
En la exposición se podrá disfrutar de la obra de María Luisa Amuedo ganadora de este concurso, y más allá de los tópicos que se dicen en estos casos: «el jurado lo tuvo muy difícil», «ha habido un alto nivel de participación»,…, lo cierto y lo fijo es que una vez más queda en evidencia que en este concurso hay que, cuando menos, aclarar las bases para que no vayan a ocasionar un error en el fallo del jurado (más allá de que nos guste o no ese fallo).
Si se quiere que este concurso sea de pintura, está bien, pero independientemente que haya que premiarlo adecuadamente (algunos dirán que ya se hace) esas obras no pueden competir en igualdad de condiciones con cartelería digital. También hay que pensar en la finalidad del premio, por lo que en vez de hacer tanto hincapié en su originalidad, no estaría de más que se especificara que para su reproducción en cuatricromía, se deberían excluir las tintas de color oro, plata o fosforescentes, así como texturas o brillantinas. Tampoco sería mala idea que se pidiera o exigiera que se presentaran las obras en soporte rígido. Todas estas cosas, en mejora de un concurso del que o lo cuidamos o nos vamos a ver dentro de poco encargando a un autor este cartel.
