‘En homenaje a Lobato Hoyos’ por Miguel López
Miguel López Salas
Memorias de un despistado
Con motivo de la pérdida irreparable de Pedro, he estado repasando qué hemos vivido juntos y el último encuentro, de no hace muchas semanas.
La primera vez que tuve noticias de él, era sobre 1974-76, en el Club, cuando aquello ya venía de capa caída, pero todavía existía un grupo que lo llevaba a trancas y barrancas. Una de las mejores instituciones que tuvimos en aquellos años.
Entonces estaban funcionando muy bien Los Amigos del Arte de Ubrique, no teníamos local propio, pero nos servíamos de otras asociaciones, El Club, Peñas de cazadores -entonces había dos- Centro de Cultura Popular Andaluza, y algunos particulares que también nos dejaron algún salón para exposiciones, incluso colegios, Francisco Fatou, Reina Sofía.
En el Club organizamos una exposición de dibujos, con el fin de su fomento, como base de la pintura.
Como estábamos “cortitos” de dinero, decidimos que nosotros los mismo participantes haríamos de jurado. Nuestra votación era secreta, se podía votar a cualquiera pero no a sí mismo. Esto lo controlaba una persona que antes de poner la votación en un recipiente, lo comprobaba.
Recontados los votos había dos dibujos que destacaban mucho, uno un pequeño zorro, prácticamente la cabeza y el otro un retrato de Miguel Hernández, que le hizo Buero Vallejo, en la carcel, cuando aún era más pintor que escritor.
Comprobada la edad del autor vimos que era demasiado pequeño para hacer aquel trabajo, tan perfecto, no recuerdo bien pero estaba entre 10-12 años.
Si recordáis ese trabajo, las sombras están hechas a base de trazos contrapuestos, formando una trama de rombos técnicamente muy difícil de hacer, porque te puedes pasar o no llegar y queda un churro las sombras de ese retrato.
Entonces después de discutir se le otorgó el premio, por la votación obtenida, pero no recuerdo cuál de los tres le correspondió.
Por entonces estaba yo trabajando con Pedro Cruz, allí estaba Juan Hoyo un tío suyo. Al cual le pregunté si había visto a su sobrino dibujando. Y me contó que era muy amante del programa de Rodríguez de la Fuente, de los animales y de la Naturaleza.
¡Pero tiene un problema! ¿Qué le pasa? Pregunté. Que tiene que dibujar tendido en el suelo. Cosa que años después mi hijo hacía en el colegio.
Poco tiempo después, me comentó su tío que si había visto los cuadros que pintaba su sobrino al óleo.
Yo los había visto pero aquel año por feria vi los primeros, sobresalía sobre todo el color, un color muy personal, nada de copiar, unos encuadres muy originales y …comienza su carrera de premios que van sucediéndose uno tras otro. Creo que entonces obtuvo el segundo local.
Iba alternando la representación comercial de una empresa de piel, con la pintura.
Cuando su curriculum se iba engrosando, comencé a decirle: ¿Cuándo vas a dejar el viaje y dedicarte a la pintura?. Yo siempre estuve seguro que era de los que podían llegar a vivir de su arte. No sé si fui muy pesado o incluso si temía verme para escuchar otra vez la fracesita.
Hasta que dio el salto. El segundo ubriqueño que tuvo la valentía vivir de su pintura, solo y exclusivo. El primero fué Rodríguez Agüera.
Recuerdo un día que tenía una exposición que hizo en los callejones, por dónde está el centro médico, entramos a verla y casi todos eran cuadros de pequeños formato y rápida de factura. Y muchas acuarelas, que nunca se las había visto. Por cierto con unos efectos de luces y sombras muy originales y llamativos.
Le pregunté sobre el hecho de la exposición y me contestó: “esto es para los pañales de los niños”. Con esa sinceridad, suya, medio burlona y con sonrisa, que a lo mejor describía una realidad, pero sin enfado quedaba como broma y con los pies en la tierra. Pocas veces lo he visto vanagloriarse.
Durante esa larga carrera, por haber comenzado a muy temprana edad, han existido varias crisis en la economía del país, algunas además exclusivas en el sector de la piel.
Charo su esposa, valiente compañera, al igual que otras personas que no dependen de unos ingresos fijos, pueden apoyar ese camino emprendido, o poner chinitas…¡siempre lo apoyó y lo ayudó!.
Como he dicho antes, a tenido muchos premios del sinfín de concursos que se ha presentado, y entre premio y premio, en su casa pintaba unos cuadros de gran formatos, para los otros concursos. De cuando en cuando me acercaba por allí para disfrutar de lo que hacía y aprender de sus comentarios.
No sé si todos los pintores les gusta ver lo que hacen otros, a mí me encanta pasarme por los estudios de otros, ver sus trabajos, su forma de trabajar, sus comentarios…
Entre los pintores solemos cambiarnos cuadros, incluso yo también compraba cuando podía, de pequeño formato y le iba regalando a nuestros hijos.
El me dijo un día que le gustaba uno que tenía, no sé si en una colectiva o en una de mis exposiciones, o que estuvo en mi estudio. Creo recordar que es un amanecer en el Rio Palmones, que he hecho en varios formatos y soportes y distintas gamas de colores, de una foto que me regaló Mari Carmen López.
Yo escogí uno que es el único atardecer que le he visto, es la entrada de Cardela, el puente y el pantano lleno.
De vez en cuando me recordaba que los cuadro que le gustaban de sus amigos los ponía en su cuerpo de casa, donde estaba el mío, cosa que yo suelo hacer igual, le recordaba yo. Además lo he podido comprobar, en su casa.
Nos hemos visto en algún concurso de pintura rápida,Ubrique, Zahara de la Sierra, Grazalema. Pocas veces, porque cada vez soy más reacio a concursar. En parte porque ahora que tengo más tiempo, hago una pintura más reposada, de más disfrute del trabajo, menos sintética que cuando vivía de la piel.
Ahora tenemos a Jesús su hijo que también, a su edad creo que lleva una buena carrera, espero y deseo que siga con su pintura, obteniendo reconocimientos. Como hasta ahora ha sido.
Hace dos años, después de feria fui al Convento a recoger mi cuadro, coincidimos, estuvimos comentando en torno a los premios y lo poco que nos agradaba que magníficos trabajos no hubiera lugar para exponerlos, solo una corta selección, con los locales que hay en Ubrique de propiedad municipal.
El año pasado ya no participé pero estuvimos en Ubrique en los días de recogida de trabajos, de nuevo llegó él a recoger el suyo. Le pregunté sobre el trabajo premiado al hijo y me comentó: le he dicho que si no le da vergüenza estudiar bellas arte para pintar ese cuadro.
Y le contesté ¿No será que nuestra forma de entender la pintura se está quedando anticuada? Puede ser, me contestó él. Estoy convencido de que una pintura- igual cualquier arte- que sale de dentro, sincero, no de hacer una belleza por la belleza, esa no caerá como la historia ya ha demostrado.
De todas maneras a mí me siguen gustando pinturas de todos los estilos, todos los tamaños y todos los colores. Igualmente las hay que no me gustan, entre ellas no están las de los Lobatos.
Alguna vez llegando a Ubrique lo he visto con su perro dando un paseo por aquellas cañadas, o me lo he cruzado en lugar que no podía parar.
La última vez que nos vimos estábamos en la Plaza de la Verdura -a principio de mayo- comiendo con unos amigos de Manilva, que querían que les enseñáramos Ubrique. Cuando los vemos bajar a varios por la calle Caracol. Me acerco a saludarlos y al darle la mano me dice ¡Dame un abrazo que hace mucho tiempo que no nos vemos!
Como siempre con buen humor y en compañía de amantes – Charo, Mari Carmen López y otra pareja, que siento no recordar- de la Naturaleza.
Sentimos mucho su desaparición, es una de esas malas jugadas que nos depara a veces la Naturaleza. Que esta vez nos ha desposeído de un pintor excelente, que espero que la vida al menos sea justa con él reconociéndole su trabajo ampliamente. Y a Charo, hija e hijo, creo que lo recordaran con el cariño que él volcaba sobre ellos y los demás.
Lo recordaré siempre con esa sonrisa.