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Agüera

expo

Lobato Moreno – 05/10/2012

Fue Kazimir Malévich, en 1917, quien apostase por un color en su obra Cuadrado blanco sobre fondo blanco con la que abogar un nuevo camino en la pintura y aventurarse así en la búsqueda de una nueva concepción pictórica en relación al espacio.

En 1949 surge la figura de Yves Klein, pintor monocromo que terminaría singularizándose por su azul y realizando exposiciones como la Proposte Monochrome donde presentaría once lienzos azules idénticos. Se sentirá de nuevo atraído en abril de 1958 por ese color al que todo pintor ha tenido siempre que enfrentarse, el blanco, realizando una novedosa obra llamada La spécialisation de la sensibilité à l`état matière première en sensibilité picturale stabilisée, o simplemente El vacío en el Iris Clert Gallery. Klein vacía dicho lugar y pinta de blanco el espacio al completo, siendo éste el puro, limpio y positivo escenario al que un público se debía presentar. Ambos artistas dieron aquí por concluida su obra.

Es un lienzo en blanco a lo que todo pintor se enfrenta al principio de una obra, un plano que pasa a ser una dimensión donde proyectar una idea, teoría o imagen, con el objetivo de tener un resultado final para ser mostrado. Hoy, día 5 de Octubre de 2012, a pesar de la aparente carencia de contenido en los cuadros, se ha podido ver mucho más de lo que cualquier espectador hubiese podido esperar.

creandoPuede que muchos consideren que los momentos de mayor tensión y nervios en pintura lleguen a la par de los toques finales, remates y actos de valentía que justifiquen y convenzan que dicha obra ha llegado a su fin. Sin embargo, puede que a más de uno hoy esa idea nos haya cambiado, llegando a ver que no hay nada más poderoso que el blanco impoluto de un lienzo dispuesto a ser pintado, un vacío y luminoso espacio que llega a convertirse en algo casi inabordable.

Toda acción tiene su reacción, y es de ello de lo que uno se enriquece al ver que un trabajo ha provocado algo por muy mínimo que sea. Todo aquel que mira es ya un espectador, y hoy lo que se ha visto es el principio de numerosos Agüera, veinte cuadros en blanco como muchos otros puede los haya en tiendas o estudios, pero con la característica de que éstos serán pintados durante su valiente propuesta y exposición. Entonces, ¿qué deberíamos ver en ella? Ya no importa lo que se termine viendo, sino lo que Agüera nos permite ver: su manera de pintar, destreza, paleta, colores, pinceles que seguro muestran y expresan esa cotidiana perseverancia y pasión por la pintura que siempre hemos podido ver en su trabajo. Convertir el espacio expositivo en lugar creativo donde él personalmente elaborará sus cuadros, puede que nos haga pensar en la incorporación de disciplinas artísticas como la performance o la instalación. No obstante, no deja de ser pintura por la simple razón de ser quien es, personalmente hablando, uno de los pintores más fieles, si no el que más, a su pintura.

No creo que sea una exposición más, sino «La Exposición» en la que se nos da la oportunidad de ver lo que cada día hace en su estudio, un espacio realmente personal y privado en el que cada pintor expresa su vida y al que muy pocas veces se nos es permitido entrar. Asistir a dicho acontecimiento no solo nos permite ver como el proyecto se va llevando a cabo, sino puede que muchos de los asistentes descubramos un mundo completamente desconocido, totalmente en blanco, parte fundamental de nuestra cultura a la que estamos obligados seguir y acompañar en su evolución y fomento.

Si Pedro de Matheu fue en su tiempo el precursor de la pintura en Ubrique, cosa de la que debemos estar extremadamente agradecidos y orgullosos, es ahora Antonio Rodríguez Agüera quien consolida aún más uno de los valores más importantes y prestigiosos de nuestro pueblo: la Pintura.